No hay hombre que abandone su familia y no lo lamente el resto de su vida. Cada vez que se mire al espejo sentirá el dolor de no haber luchado y haber dado su mejor esfuerzo para que funcionara la relación matrimonial y familiar
Quien no está dispuesto a abrazar el esfuerzo, no merece besar la victoria. Y sí, el hombre que abandona a su familia es un cobarde.
Este segmento lo escribo para esos hombres, que aún permanecen en casa luchando entre el deseo y el dolor de partir o quedarse y no saber cómo establecer sanas relaciones con sus seres queridos, lo escribo con la ilusión de tocar alguna fibra de su corazón que les lleve a la reflexión. Y regresen a casa en cuerpo, mente y corazón.
Una de las decisiones más difíciles a las que se enfrenta un hombre es cuando siente que ha llegado el momento de comprometerse en matrimonio. Destaco, un verdadero hombre y no me refiero a sus genitales sino a su carácter, empeña su palabra en el altar, después que ha consultado a Dios por el paso que va a dar, ha comprobado que es su perfecta voluntad y asume que será hasta que la muerte los separe. No hay plan (B) trabajará en ese proyecto de vida de la mano de Dios por el resto de sus días.

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